Unas palabras de bienvenida,

​

Por tercer año nos encontramos celebrando el festival Paisaje, un festival de danzas y bailes en Villamalea, con Villamalea, para Villamalea, y desde Villamalea.

Imaginamos este festival como un hongo, que hace dos años pusimos en tierra con muchos cuidados y ganas, y que podríamos decir ha echado raíces, se ha enraizado. Y, como bien sabe la gente de Villamalea, las raíces del hongo no crecen hacia abajo, sino que se expanden hacia todas direcciones, como una plantación de champiñones, o como un campo de patatas, entrelazándose con sus raíces compañeras y creando un tejido enmarañado en el que no se puede diferenciar el principio del final. 

​

Algo así es como imaginamos este festival: un nuevo hongo danzarín que nace para dinamizar culturalmente Villamalea, entrelazándose con el pueblo, con sus vecinos y vecinas, con sus espacios, con sus raíces, y colocando la danza y la práctica con el cuerpo como motor. 

Con este breve texto de bienvenida, me gustaría invitaros y haceros algunas proposiciones. 

Este año, el festival propone nueve espectáculos de danza heterogéneos y múltiples, cuatros talleres, varias actividades, y una fiestaca de clausura. En total, el festival acoge a 22 artistas, venidos de diferentes partes de España. ¡Nos vamos a bailar hasta los huesos! 

Y aquí viene mi primera invitación: Os invito a que no tengáis vergüenza ni dudas para apuntaros a los talleres, que además serán impartidos por grandes profesionales, dirigidos a gente curiosa e inquieta. Os hago esta invitación porque la danza, en su potencia primaria, no es algo ya para ser visto, sino para ser experimentado, para poner el cuerpo en la práctica, para dejarse atravesar por las sensaciones que puede producir. La danza sube la autoestima y alegra los corazones. En fin, la danza espanta los males, y muchísmas tontunas. Aquí os hablo desde mi experiencia, y desde lo bien que me ha hecho y me hace bailar. Todos sabemos bailar, unos más payá, otros más pacá, pero sabemos y podemos bailar.

La danza tampoco es algo para ser entendido. Me refiero a entenderla como cuando vemos una película, o un musical, con una historia y una narrativa lineal. Y aquí viene mi segunda proposición: Os invito a mirar estos días la danza desde otro lugar que no es el de la razón, sino el de la percepción: a percibir el paso del tiempo diferente, a percibir sensaciones o emociones, o dejar que vengan recuerdos, fantasías o pensamientos desordenados. Sería algo así como escuchar música, a veces la música no tiene letra, o está en algún idioma que no entendemos, e igualmente la bailamos y jugamos a entonarla, a cantarla. ¡La música llega! Quizás porque no le pedimos que nos cuente nada, simplemente nos dejamos atravesar, nos olvidamos de nuestra necesidad de entender y accedemos a nuestra capacidad para sentir, para percibir. Nos toca en el cuerpo. La incorporamos. La danza es algo similar: es un asunto del cuerpo, de la carne. 

Ir a ver danza también es echarse unas risas, pasar un buen rato con la familia, los amigos, llorar, relajarse, aburrirse, y permitirse no entender nada. Muchas veces no entender nos abre espacios en la mente y nos expande, nos hace crecer, porque al no saber cómo nombrar y clasificar eso que vemos, hacemos el ejercicio constante por tratar de entenderlo, de abarcarlo y, en este pequeño gesto de desplazamiento, pienso que aparece el aprendizaje.